14 de febrero de 2011

Burgos 1 .Una visita y un recuerdo.



 

 

 

Uno de los últimos días del mes pasado estuve en Burgos.
Salí tempranito de Madrid y después atravesar esa impresionante frontera azul que es Guadarrama estaba en Burgos sobre las nueve de la mañana. Hacia el frío de rigor propio del sitio y del invierno.
La silueta de la impresionante catedral, mole de fino encaje, cubierto de sutiles puntillas y, el siempre esperado encuentro con él fabuloso Cid Campeador de Juan Cristóbal,
me hicieron recordar otra visita, también rápida, a Burgos en ese caso acompañada de Ignacio un Juez de Vigilancia Penitenciaria que iba a jurar su cargo, y su ascenso como magistrado ante el Presidente del tribunal superior de Castilla León. Le acompañaba porque iba a ser su madrina (en lo judicial hay, o había la costumbre de entrar en la sala en la que se juraba el cargo con un colega amigo a quien se le tenía por padrino o madrina) y que ambos habíamos decidido aprovechar la ocasión y entrevistarnos con un preso que en aquel momento estaba en la cárcel de Burgos y del que yo había leído un libro que me había impresionado profundamente.


Como juez de vigilancia penitenciaria siempre me pareció que era obligado que la administración penitenciaria ofreciera a todos los presos la posibilidad de cambiar la conducta que ocasiono el delito por el que cumplían condena. A todos. A los presos terroristas también. En aquellos años- él 1989- se empezaba a hablar de que era necesario el que en las cárceles hubiera algún tipo de tratamiento para los presos drogodependientes. Para los demás, ni se hablaba de ello. Tampoco había ningún tipo de tratamiento para violadores y otros agresores sexuales Por aquel entonces puse en marcha un tratamiento experimental para presos violadores en el que se ofrecieron a colaborar dos extraordinarias psicólogas que trabajaban para la Asociación de Mujeres Violadas en la que encontré un apoyo cordial. Como tenía que conceder permisos y autorizar la libertad condicional probé a condicionar ambos beneficios a la participación de tratamiento experimental. Como os podéis imaginar, si sonaba a nuevo un tratamiento para violadores, el tratamiento para presos terroristas no eran ni tan siquiera objeto de consideración. Cuando escribí el libro de “Crónica de un Desorden” explique algo de esto.


Por eso quería conocer a Félix Novales el autor de “El tazón de hierro-memoria personal de un militante de los GRAPO”.


Aunque no lo había verbalizado con claridad creo que, en el fondo, el motivo de la entrevista, no sólo era conocer directamente el proceso de reforma de quien había sido un sanguinario miembro del GRAPO... Me había parecido tan interesante su proceso de cambio de conducta, y la forma como contaba en su libro el proceso por el que, un muchacho joven, inteligente, estudioso y sensible puede llegar a convertirse en un cruel terrorista, que creí que podía ser una persona especialmente indicada para entrevistarse con otros terroristas presos y poderlos ofrecer, de esta forma, algún tipo de acicate a la reflexión. Para el cambio de su conducta.

Félix Novales estuvo atento y receptivo a los elogios que Ignacio y yo hicimos de su libro. Sin embargo tuve la impresión,- quizá sea el necesario corolario a un cambio de conducta de esa magnitud, que una vez que había concluido el vaciado de su proceso personal deseaba olvidar y ser solo una persona corriente.


3 comentarios:

caringcaring dijo...

Bonita e interesante decisión la del autor, ser solo una persona corriente.

Bas dijo...

Me agrada mucho su blog, por fin alguien que piensa como yo. Trabajo en la justicia y he visto escenas que me dan vergüenza:
Un testigo declarando de pie, incluso con muletas, durante más de una hora. Compañeros suyos gritando a una persona que es la primera vez que entra en una sala de vistas: no se mueva tanto, no bracee, etc.
He visto a una chica declarar en un juicio esposada durante horas de pie, con ocho policias detrás y la pobre llorando, sin entrar en el fondo del caso (¿Presunción de inocencia?). Viej@s esposados y yo me pregunto, ¿es necesario?, no es una vejación en si misma estar de pie ya no sólo el imputado sino un testigo que es a priori un colaborador, por lo menos dar las gracias. Es normal que al imputad@ se le siga con una cámara, se la insulte e incluso el Magistrado, si es un caso público hable antes con las victimas adelantando que va a ser duro con la condena (antes de empezar el juicio), en fin, con más de 30 años en la profesión deje de creer en ella. Un saludo y gracias.

Anónimo dijo...

Leí "El tazón de Hierro" y, como a usted, me impresionó enormemente. Posteriormente, mantuve una corta correspondencia con su autor, el cual se mostró en todo momento atento y accesible.

He releído en varias ocasiones el libro y siempre me hace reflexionar sobre la similitud de grupos y movimientos como el GRAPO con las sectas, pero también sobre la capacidad del ser humano de reconstruirse como persona después de haber causado tantísimo daño.