26 de marzo de 2014

NUEVO COLABORADOR


José  Ignacio Navas Óloriz es un gran amigo que colaborara, siempre que el quiera en este blog. Incluyo más  abajo la imagen de la portada del libro  que publico en el 2009.

Vamos a tratar de valorar desde aquí la incidencia real de las leyes  contra la corrupción en la medida en la que esto sea posible. No me canso de decir que es  necesario reinventar  la justicia- hacerla útil al servicio de todos los ciudadanos-

Y para eso hacen falta datos, datos  que nos indiquen con precisión los efectos  que causa la justicia.

José  Ignacio Navas es Notario, y desde su experiencia  podrá iluminar la desdichada opacidad en la  que se encuentra la actuación de la justicia. Hoy nos dice  lo que sigue:

 

 

La transparencia es a la corrupción, lo que un insecticida es al pulgón que coloniza una planta.

Sin transparencia la corrupción se expande y se extiende. Con transparencia se dificulta, casi se impide su proliferación.

Hoy España ocupa un lugar destacado entre los países no transparentes, y lógicamente, entre los más destacados en corrupción.

Estamos hablando de corrupción activa, de aquella que requiere voluntad y acción para corromperse. No estoy refiriéndome a la pasiva, a aquella que consiste en mirar para otro lado, callar cuando no nos conviene hablar o aplaudir a quien se conoce como corrupto para seguir como se está o mejorar la posición personal.

Si estuviera hablando de esta forma de corrupción las mediciones sacarían a España de esos primeros puestos para ser proclamada líder absoluto.

Y es que en puridad, militar en un partido político en el que sus líderes son corruptos equivale a ser corrupto por omisión.

No se puede condenar únicamente la corrupción del adversario político y callar la de nuestros dirigentes o co-militantes. 

Por otro lado la corrupción ni se explica ni se justifica. No sirve para esto y es condenable para aquello. No es posible servir a la democracia dentro de un partido político cuyo comportamiento interno sea anti- democrático. No es posible servir principios constitucionales desde un partido político en el que no se respetan esos principios. No es posible callar ante esa situación por miedo a no medrar o no llamar la atención, ya que ese silencio, esa actitud pasiva equivale a corrupción.

Avalar con nuestro comportamiento o actitud política, actuaciones corruptas o no transparentes de partidos políticos o de sus líderes que al fin  y a la postre son como su metonimia, equivale a corromperse, equivale a abdicar de aquellos valores que habíamos interiorizado y que nos guiaron hasta ese partido, y hacerlo  por temor a no ser aceptado o postulado.

Es importante valorar la transparencia como antídoto de la corrupción, como vitamina que tonifica la democracia y garantiza la honestidad de nuestros lideres.

Cualquier excusa que convierta a un sistema democrático en un sistema translúcido pero no transparente, es una excusa que busca hacernos creer que es cristal el alabastro. No hay excusas posibles : se es o no transparente. Sin transparencia no hay democracia. Sin transparencia  no es posible acabar con la corrupción. Con corrupción no hay progreso.

 

 

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