José Ignacio Navas Óloriz es un gran amigo que
colaborara, siempre que el quiera en este blog. Incluyo más abajo la imagen de la portada del libro que publico en el 2009.
Vamos a tratar
de valorar desde aquí la incidencia real de las leyes contra la corrupción en la medida en la que
esto sea posible. No me canso de decir que es
necesario reinventar la justicia-
hacerla útil al servicio de todos los ciudadanos-
Y para eso
hacen falta datos, datos que nos
indiquen con precisión los efectos que
causa la justicia.
José Ignacio Navas es Notario, y desde su
experiencia podrá iluminar la desdichada
opacidad en la que se encuentra la
actuación de la justicia. Hoy nos dice
lo que sigue:
La transparencia es a la corrupción, lo
que un insecticida es al pulgón que coloniza una planta.
Sin transparencia la corrupción se
expande y se extiende. Con transparencia se dificulta, casi se impide su
proliferación.
Hoy España ocupa un lugar destacado
entre los países no transparentes, y lógicamente, entre los más destacados en
corrupción.
Estamos hablando de corrupción activa,
de aquella que requiere voluntad y acción para corromperse. No estoy
refiriéndome a la pasiva, a aquella que consiste en mirar para otro lado,
callar cuando no nos conviene hablar o aplaudir a quien se conoce como corrupto
para seguir como se está o mejorar la posición personal.
Si estuviera hablando de esta forma de
corrupción las mediciones sacarían a España de esos primeros puestos para ser
proclamada líder absoluto.
Y es que en puridad, militar en un
partido político en el que sus líderes son corruptos equivale a ser corrupto
por omisión.
No se puede condenar únicamente la
corrupción del adversario político y callar la de nuestros dirigentes o
co-militantes.
Por otro lado la corrupción ni se
explica ni se justifica. No sirve para esto y es condenable para aquello. No es
posible servir a la democracia dentro de un partido político cuyo
comportamiento interno sea anti- democrático. No es posible servir principios
constitucionales desde un partido político en el que no se respetan esos
principios. No es posible callar ante esa situación por miedo a no medrar o no
llamar la atención, ya que ese silencio, esa actitud pasiva equivale a
corrupción.
Avalar con nuestro comportamiento o
actitud política, actuaciones corruptas o no transparentes de partidos
políticos o de sus líderes que al fin y
a la postre son como su metonimia, equivale a corromperse, equivale a abdicar
de aquellos valores que habíamos interiorizado y que nos guiaron hasta ese partido,
y hacerlo por temor a no ser aceptado o
postulado.
Es importante valorar la transparencia
como antídoto de la corrupción, como vitamina que tonifica la democracia y
garantiza la honestidad de nuestros lideres.
Cualquier excusa que convierta a un sistema
democrático en un sistema translúcido pero no transparente, es una excusa que
busca hacernos creer que es cristal el alabastro. No hay excusas posibles : se
es o no transparente. Sin transparencia no hay democracia. Sin transparencia no es posible acabar con la corrupción. Con
corrupción no hay progreso.
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