28 de diciembre de 2011

LAS BODAS DE PEGA




Los ciudadanos deberían poder participar directamente en el proceso de elaboración de las leyes. No digamos participar en su redacción, para que no se me solivianten los puristas. Ya sabemos que la técnica legislativa es difícil de manejar.


Su participación se hace imprescindible si pretendemos revitalizar la democracia, que mucho se habla de esto. Si se quiere, más modestamente, acercar al menos a nuestros legisladores a la realidad social del país, a lo que está pasando fuera y pareciera tenerse tan poco en cuenta en el ampuloso, y quizás demasiado ensimismado, Palacio de las Cortes.




Aunque ni se definía, ni seguramente se sabía cómo hacerlo, nuestros padres constitucionales previeron la participación directa de los ciudadanos en la acción política en el Art. 23 de nuestra Carta Magna. Hoy, las nuevas tecnologías lo permiten.


Los ciudadanos podrían mandar ideas y sugerencias ante las nuevas leyes .Alertar, cuando menos, de los desajustes que constatan entre sus anhelos y las normas y/o la forma de su aplicación. Su superación, constatado el interés general, debería ser la base de toda nueva Norma.


Más de 15 millones de opiniones se vuelcan diariamente hoy a la red en España.¿Cómo no aprovechar ese riquísimo fluido social, precisamente para vivificar nuestras nuevas normas?

¡Cómo podría nutrir ese fluido social a los políticos!, que parecen estar tan alejados de la gente y que por ello tienden tanto a cuestionarse.


Un caso de nuestra vida cotidiana puede ilustrarnos de la gran conveniencia de esa participación directa. Lo dice el título: las bodas de pega.
Nos reunimos de vez en cuando un grupo de super amigas. Todas tenemos que ver ,en una u otra medida, con la justicia y, aunque algunas nos conocíamos de antes, nos unimos como una piña cuando las cinco fuimos el equipo de gestión del Decanato de Madrid, durante los años que yo fui decana.


Hablamos sobre todo de la justicia, de cómo vemos lo que pasa, de cómo va, cada una desde donde está. Y también damos un repaso a la vida de nuestros hijos.

Hace unos meses se casó el hijo de una de nosotras. Cuando su madre nos trajo las fotografías nos explicó con detalle en lo que había consistido la ceremonia. Se celebró en una finca cercana de Madrid en la que un actor, buscado por el propio restaurante y haciendo las veces de juez, simuló que casaba a los novios en aquel bonito entorno. Lo cierto es que los novios ya se habían casado el día de antes, sin ceremonia alguna, ante el juez del Registro Civil y en un lugar sin duda mucho más sórdido.

Me sorprendió enterarme de esto de la” boda de pega” y de su coste, que no fue pequeño.

Busqué en Internet y no sólo comprobé que esto es frecuente sino que, con todo este asunto, se ha consolidado una profesión bastante peculiar, por no decir irregular, consistente en el oficial de pega de las bodas.
El propio periódico El País publicó el enero pasado un artículo sobre esta práctica.


Pero bueno, ¿Y ésto por qué? Se preguntará cualquiera que se entere de este aparente absurdo. ¿Es que las fastuosas bodas que vemos en las películas americanas, en los jardines de las mansiones, (y que ahora pretendemos imitar aquí) tienen un sacerdote o un oficiante “de pega”? En otros países los oficiantes pueden ser auténticos, aquí no. O si lo son, como me ha pasado a mí misma en varias ocasiones, la ceremonia es la que se repite, ya que no puede en principio hacerse fuera de los locales oficiales: Ayuntamientos o Registros Civiles.


La celebración del matrimonio civil está regulada en el Código Civil y en la ley del Registro Civil de 1957, todavía en vigor, a pesar de que el día 15 de junio pasado el Parlamento aprobó una nueva ley del Registro Civil. Esta no se aplicará sin embargo hasta dentro de tres años.





Respecto a la forma en la que se debe celebrar el matrimonio, nada nuevo se dice en la nueva norma, porque se vuelve a remitir

al Código Civil .Es decir, nada ha cambiado, aunque lo hayan hecho tantas cosas, ……desde 1957!

¿Qué sucede? Que, de hecho, cuando se reguló el matrimonio civil, se hizo solamente en lo protocolario: en el texto que ha de leer el oficiante. Como, en el fondo, se pensaba que la componente civil, administrativa, se firmaba en la iglesia, solo había que regular lo “excepcional”, cuando no hubiera iglesia, en donde ya se sabia lo que era el rito del matrimonio “de verdad”, el religioso.

Con carácter más general, siempre se ha tendido a establecer, como garantía, que los archivos, los “libros”, no podían salir de su sede, en este caso del Registro Civil.








De esa doble aproximación, de un lado la insuficiente regulación expresa del matrimonio civil, en tanto ceremonia ritual y “festiva”, y, de otro lado, de la necesidad de guardar los libros, surge el reduccionismo burocrático. Lo dicen de manera muy gráfica algunos internautas: no se autorizará ningún tipo de boda que no se celebre en el local del propio Registro Civil, de lunes a jueves y de 10 a 1.


Si se hace fuera de esos recintos puede haber alguna holgura, en el borde de la legalidad. Si el oficiante legal sale de su sede puede después apuntar el expediente matrimonial. Si ha habido un oficiante “tolerado”, por ejemplo un juez elegido por los novios- como ya me ha ocurrido en varios casos- éste puede actuar en presencia del oficiante oficial, que después registra igualmente el expediente, como si hubiera sido él quien hubiera actuado. El oficiante real, aunque legitimado para ello, no aparece.


Así, mediante esas aproximaciones a la legalidad, se van acercando las respuestas a las demandas sociales, que de hecho no tienen cabida en la ley. Las bodas de pega son la respuesta extrema a la trasnochada rigidez de ésta.


Más allá del impresentable rigor burocrático- funcionarial del horario (que genera, sobre todo en las grandes ciudades, largas colas de espera) está la sordidez general de las salas de bodas, quizás heredada de nuestra sempiterna tradición de que para boda, boda, lo que se dice boda, solo estaba la iglesia.


Recuerdo que en Roma, el Ayuntamiento había habilitado un hermoso palacio ( tienen tantos!) para celebrar bodas civiles, reconociendo su carácter ceremonial, y por que no lúdico, del evento.¡ Qué falta haría aquí algo parecido!.
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Encuentro en Internet un chat en el que se dice lo siguiente:
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Por cierto, existe una realidad que no creo que deba influir para nada en vuestra decisión de celebrar una boda civil, pero creo que es importante que seais conscientes de ello (de hecho, muchos de vosotros ya lo sabréis). El caso es que las bodas civiles “oficiales” sólo pueden celebrarse en lugares también oficiales, como los ayuntamientos, los juzgados o los registros civiles.

Cuando se planea organizar una boda en unos bonitos jardines o en una finca, normalmente lo que hay que hacer es, unas horas o unos días antes o después de la boda “oficiosa” (la real para vosotros, aunque no para la ley), acudir a un ayuntamiento o juzgado para que tenga lugar la ceremonia “oficial”. La boda oficiosa, la que celebramos ante todos nuestros invitados, suele correr a cargo de un actor, algún familiar...


La razón es que se supone que no se pueden sacar los documentos oficiales de ayuntamientos o juzgados. En cualquier caso, puede que tengáis suerte y que el alcalde o juez de paz sea comprensivo y celebre la boda “oficial” en el lugar que vosotros hayáis elegido. Pero si no es así, no os preocupéis en absoluto: la boda real para vosotros y los vuestros será ésa con la que siempre habéis soñado. A unas malas, así tendréis dos fechas de aniversario para celebrar."

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Indagando mas por Foros y Chats me encontre estos textos sueltos:

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La prestación de mis servicios no se limita a la simple y escueta “imitación” (por llamarlo de alguna forma, aunque inapropiada) ampliada, de lo que hace el funcionario público en el Ayuntamiento o el Registro Civil para el casamiento, leyendo los tres artículos exigidos en el 58 del Código Civil. Por ello, aunque ya los novios tengan claro todo lo que quieren hacer, yo les envío una selección de lecturas de algunos textos idóneos y de poemas alusivos, (alguno propio mío) para que consideren su posible inclusión y lectura por mi parte en la ceremonia, o por parte de quienes ellos decidan.

¿Os casáis por lo civil y aún no habéis encontrado al oficiante perfecto? Si es así, Guillermo ____ se pone a vuestra disposición toda su experiencia para convertir vuestro enlace en un momento de lo más emotivo.




Se anuncian así en un Foro:

Publicado: Mar Jun 20, 2006 10:54 am Título del mensaje: oficiante boda civil

Yo soy actor de juez de paz, es decir para personas que previamente se han casado en el juzgado, yo oficio en el restaurante una ceremonia igual que la que oficia el juez o alcalde pero mas larga y como mas trabajada.
 
A vuestra disposición para las personas que se casen en el area de cataluya.



Preguntan usuarios interesados en foros:

Hola a todos! Donde yo me "caso" civilmente, me ponen todo menos al oficiante. ¿Alguien sabe donde se puede contactar con gente que se dedica a casar civilmente? ¿Sabeis cuánto puede cobrar? También habíamos pensado que lo hiciera alguno amigo nuestro, pero no sé, creo que nadie se va atrever al final.
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Las bodas de pega son así la respuesta a la prepotente indiferencia de las autoridades administrativas y judiciales que dan de hecho la espalda a las demandas de los ciudadanos.





Se puede pensar que todo esto de las bodas ficticias, con los oficiantes disfrazados, no tiene trascendencia alguna. Al fin y al cabo, son los propios interesados los que deciden, por su cuenta y riesgo, hacer una ceremonia propia en la que reproducen o adelantan lo que ya dijeron o dirán en el Registro Civil…..pero con ceremonial y festividad.





Sin embargo, esta aparente solución social a la inadecuación institucional es, en mi criterio, desaconsejable y potencialmente muy perniciosa, pues no solo ridiculiza las instituciones sino que generaliza un comportamiento social de trampa y falsas apariencias.





Son quizás estas “trampas” cotidianas las que contribuyen a crear el caldo de cultivo en el que puedan encontrar justificación otros comportamientos más graves, de economía sumergida, de evasión de impuestos y en ultima instancia de corrupción.





Cuando las instituciones y los modos de imponerse a los ciudadanos son inadecuadas o devienen ridículas, ……. se termina justificando lo injustificable y acaba convirtiéndose en un cáncer letal para una verdadera democracia. 


Y volvemos al comienzo, a la necesidad de la participación directa. Cabría esperar que todo esto de las bodas de pega, hubiera aflorado en el debate de la mencionada nueva ley del Registro

Civil de junio pasado, en que se regula el matrimonio civil. Pues no, no fue así. Los diputados y los senadores que la han debatido y finalmente aprobado no han ni siquiera mencionado estas lógicas exigencias de los ciudadanos.




                                         






















Esa ley tuvo en el congreso 186 enmiendas y aunque parezca mentira en ninguna de ellas se hizo alusión alguna a esta situación.





¿En qué mundo viven nuestros legisladores?, ¿ Saben como funciona la sociedad? .¿ Cómo es posible que en esas casi dos centenares de enmiendas que se presentaron en la tramitación de la ley no hubiera ninguna que se hiciera eco de lo penoso que resultan las verdaderas bodas civiles?.





¿Podría haberse dado esa ausencia de consideración de la realidad, de lo que de hecho está sucediendo, si esa tramitación hubiera estado abierta a la participación directa de los ciudadanos? Parece que las cuestiones hubieran aflorado, …aunque en todo caso están ahí, en la red, y los parlamentarios podrían haberlas contrastado. Los ciudadanos, no obstante, si hubieran estado “invitados” a hacerlo, seguro que lo habrían hecho.







  

Por eso es importante tener en cuenta que repensar la justicia no se limita, ni muchísimo menos, a la reelaboración de la actividad de jueces abogados , procuradores, sino que exige también, y de forma inmediata, una reflexión sobre el propio proceso legislativo.


Todo esto, más o menos, es lo que decía justo ahora hace un año cuando comencé a escribir este blog.


Efectivamente, reinventar la justicia exige sin duda repensar como, porque y para que se hacen las leyes. Es decir, reinventar así mismo el modo de operar del poder legislativo.


Escuchaba la semana pasada en Radio Nacional, mientras que cruzaba una Somosierra ya con una fina capa de nieve. Era el día de puertas abiertas del Congreso.


Coincidía además esta celebración con el inicio de la nueva legislatura. En una entrevista que le hicieron al todavía Presidente del Congreso José Bono se lamentó de la bajísima valoración que alcanzan los políticos en las encuestas y afirmó que era imprescindible acercar la política a los ciudadanos. Pero ahí se quedo su reflexión. Ninguna propuesta de cómo acercar el poder legislativo a los ciudadanos,…… más allá de los vasos de café caliente que se ofrecían a los sufridos visitantes del Congreso, que hacían cola para entrar, en esa destemplada mañana del día de puertas abiertas.



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